(Esta es la primera vez que escribo sin simplemente traducir lo que escribí en el otro... Francamente he tenido una semana casi insoportable emocionalmente. Me sorprendió un amigo -- una persona que considero muy especial -- con una visita. Nunca pensaba que una visita de un amigo me afectara tanto. Así fue y así sigue... Vino de Argentina. Al principio pensé que ha venido para convencerme que es el hombre más maravilloso de todos que conozco. No fue su intención pero me convenció de todas maneras.
Estoy sentada aquí pensando en una de las oportunidades más grande que nunca he tenido en toda mi vida: voy a Mexico, la tierra del nacimiento de mi alma, y me encuentro con la compañia de un huevo frito, un mate, dos anillos con significados diferentes, unos alfajores y una imaginación muy pero muy viva. Me vuelvo loca con la idea de alguien más friendo un huevo en mi cocina, y la de alguien más manejando la billetera, y de alguien más compartiendo una cerveza o una risa con --- con alguien por el cual ya no tengo el derecho de tener celos... La vida es verdaderamente injusta, y las decisiones concretas hacen que me vuelva loca.
Puede ser que la vida no sea justa pero yo sí soy justa... Lo tengo que soltar, aunque mi corazón esté atado al suyo. Me he convencido que no hay nadie más en el mundo para mi, menos a Jesus. Prefiero depender totalmente en El en vez de mí misma. Aparentamente tengo un problema: temo el compromiso, tengo una actitud de independencia incurable, soy egoista, no quiero la responsabilidad de la felicidad de alguien por un miedo intenso de fallar. Después de esto me doy cuenta de hasta que punto lo amo... Igual me doy cuenta de la importancia de cometerme a la decisión de ir a México. Quizás me va a enseñar como me puedo hacer una persona normal que quiere... que es capaz de amar.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment