Monday, December 17, 2007

hasta solamente Tu (#2)

Acabo de leer un libro que se llama "El quebrantamiento del hombre exterior y la liberacion del espiritu" de Watchman Nee. Hace un tiempo que empecé a leerlo pero para defenderme estaba luchando contra las preparaciones de la boda, examenes finales y tareas de anfitriona para la familia del novio de mi hermana... Lo que importa es que lo terminé y quizá voy a volver a leerlo de nuevo porque estuvo tan bueno.

En un blog anterior hablé un poco sobre David y como era un hombre que seguía al corazón de Dios y que para hacernos acceptables a Cristo debemos seguir su ejemplo, mirando sólo hacia Dios y nuestros deseos se deben enfocar enteramente en El. Nunca has estado enamorado de alguien? Me imagino que así era el amor que tenía David para Dios. David estaba tan conmovido por la belleza y gracia y poder de El que se paraba para alabar a El, y una vez bailó delante de El y a la vista de una ciudad entera y todo esto -sin verguenza! Este amor que David tenía era tan fuerte, tan humilde y sincero que este trajo a su corazón una emoción que no podía detenerse de bailar y saltar ante El.

La conección que hice entre lo que leí en el libro y la historia de David es que nada puede cumplirse por nuestra propia esfuerza que contará en el Reino de Dios. Todo lo que hacemos para nosotros mismos, para otros y inclusive para Dios por medio de nuestra propia mente, nuestra voluntad, nuestro alma, nuestro esfuerzo, etc. hacemos en vano. Tenemos que hacer todo con un espíritu junto a Dios y Su Iglesia y con abandono total de lo que pensamos que es lo "correcto," e inclusive lo que "sabemos" que es la verdad. Si mi espíritu no está de acuerdo con El de Dios y si mi carne no está negada completamente ante El, mi eficaz en el Reino se detendrá y todo lo que hago sólo hará más daño.

Paulo menciona esta clase de corazón en Romanos 4: "...al que no trabaja, sino cree en Aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Por eso también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el hombre a quien el Señor no culpa de pecado.

Que rollo! Nuestros pecados son cubiertos! Aunque fallemos de nuevo y repetidamente, estamos bajo la sangre de Cristo y ya somos perdonados. La comunión constante de nuestro espíritu con el Espíritu Santo es lo que cuenta en el Reino - no si nos estamos comportando bien. Si estamos sensibles al Espíritu sabremos qué es el deseo del corazón de Dios. Sabremos cuándo actuar y cuándo no hacer nada, cuándo ser mesodumbre y cuándo gritar, cuándo orar y cuándo escuchar... Está todo en un lugar: el Espíritu. Entonces cómo llegamos a este lugar? Dejamos que Dios nos quebrante! Dejamos que nos muestre la verdad de quienes somos. Dejamos que nos controle - la parte divertido es que El nunca nos va a fallar mientras esté en control y mientras nuestra confianza esté en El. Si es así nuestra goza no la podramos controlar, justo como la de David.

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